Distribuyendo material escolar gracias a una ayuda económica recibida |
Esto de ser una familia numerosa y tenerla repartida por el mundo es una alegría. El testimonio de los hermanos en la fe nos animan y nos llenan de celo por vivir mejor nuestra vocación y de anunciar el amor de Dios por cada persona. Esta vez nos escribe César desde Burkina Faso.
Uagadugú (Burkina Faso). Noviembre 2016
Queridos amigos
Los años van pasando. Este viejo misionero César, desde muy
lejos, comparte de nuevo este año su experiencia de mensajero de la
misericordia de Dios en tierra africana. Este año trabajo en Uagadugú, capital
de Burkina. Una nueva etapa en estos 35 años de vida misionera en África. Un
nuevo comienzo: nueva cultura, un ambiente nuevo, nuevos rostros, un clima muy
cálido, una lengua desconocida, un nuevo tipo de trabajo. Así es la vida
misionera, un proyecto de libertad, un continuo caminar sin atarse a personas, ni
lugar; es un comenzar cada día. Así es el Evangelio de Jesús, así debe ser la
persona de quien lo anuncia.
Los salesianos llevamos casi 7 años aquí, un barrio pobre de
la capital; los niños no faltan, es lo importante, pero tampoco faltan las
incomodidades, mucho polvo, mucho calor… y también mosquitos que a veces ponen
en peligro nuestra salud.
Somos tres en comunidad; nos ocupamos de un centro social que
ofrece a los jóvenes una oportunidad en la vida: leer, escribir, aprender un
oficio y ayudar a librarse de mucho lastre que impide el desarrollo; todo esto
sin distinción de religión, sexo o clase social, aunque tienen prioridad los
más desfavorecidos.
Llevamos un taller de costura, otro de tejido tradicional,
tintura y birdado africano, un taller de peluquería y una sala de informática
abierta a los jóvenes del barrio, en total unas 150 personas. La promoción de
la mujer es algo urgente aquí. Acogemos a cada persona con el nivel cultural y
se le ofrece una formación lo más completa posible: alfabetización, higiene,
orden personal…; también tienen la posibilidad de obtener un título oficial, se
les hace seguimiento en los primeros meses de vida laboral, y se les ayuda a
encontrar un trabajo o a perfeccionar su oficio.
En los fines de semana reunimos a los niños del barrio para
actividades diversas (Oratorio), se organiza clases de tarde y formación para
animadores. También ayudamos en la parroquia (sacramentos, visitas a enfermos,
charlas de formación, etc…).
Proyectos no nos faltan: Hacer otros talleres (construcción metálica
y aluminio, placas solares); abrir una escuela, construir una casa de acogida
de niños de la calle, hacer una biblioteca y salas para estudio y para
alfabetización, hacer campos de deporte y finalmente hacer una iglesia con
salas de catequesis.
Esta es mi vida misionera; aunque con más de 70 años encima, el
Señor me da aun nuevas energías para seguir anunciado su presencia como Padre que
nos ama tal como somos y que se ha hecho visible en su hijo Jesús; nosotros
colaboramos en su proyecto de una humanidad nueva: construir fraternidad,
reconciliar a las personas, ofrecer oportunidades, dar esperanza, hacer que el
mayor número de personas accedan a una vida digna, frenar a las causas del
hambre y de la desgracia (ignorancia, individualismo, falta de esperanza, desánimo….).
Esta es la labor ofrecida a todos pero en particular a la clase más vulnerable de
esta sociedad, los niños, lo jóvenes y las mujeres.
Necesitamos tu ayuda. Navidad es tiempo para salir de
nosotros y para compartir. De esta forma descubrirás que hay una manera de ser
feliz: hacer felices a los demás. Que el Dios de la Vida y la misericordia nos
haga descubrir esta realidad.
César, tu amigo misionero
NB: Si
deseas enviarnos un donativo por el banco, esta es la cuenta del Banco Popular
(sucursal de Pozoblanco) donde van los donativos a nuestras obras: 0075 3062 18
0700418290
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