PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

lunes, 13 de marzo de 2017

Seminaristas. Cada vocación es un milagro de Dios.


Si Dios te llama, si te planteas ser sacerdote no tengas miedo a decir sí, de dar el paso...  el seminario es donde se va verificando y madurando esa llamada. Una aventura maravillosa, serás feliz, te valdrá la pena. Pero también es un camino a la vez duro, como todo lo importante en la vida... El gozo de celebrar la Eucaristía, bautizar, perdonar los pecados, atender a los pobres, anunciar el Evangelio, y todo esto en nombre de Cristo; no tiene precio. 

Dios se sirve de sucesos corrientes para atraernos a su amor. En ocasiones hace grandes milagros, que pasan inadvertidos a nuestras miradas. Pero el mayor milagro sigue siendo el camino habitual, sencillo, de su providencia ordinaria. 

Muchos creen que los que sienten la llamado por Dios a entregarse totalmente a su servir, jamás han faltado a Misa, ni han roto un plato, se saben todo el cantoral de memoria y toda su familia es santa... Nada más lejos de la realidad.
Quienes hemos sido llamados a este servicio hemos experimentado en carne propia la misericordia de Dios. ¿Cómo es posible que Dios llame a alguien tan imperfecto como yo? ¡Es posible! Solo sabemos que Dios llama a quien quiere.
Pastoral "boca"cional
 


El hombre es hombre por naturaleza. Dios le llama al sacerdocio siendo hombre, no espera que se convierta en una planta o un pedazo de granito que no siente nada. Lo que pasa con un sacerdote es muy similar al matrimonio. Cuando el marido se une a su esposa, renuncia a todas las mujeres menos a una, su esposa. El sacerdote renuncia a todas y también a esa “una” que podría tener.  Ese lugar lo ocupa Dios. Y no renuncia a su paternidad sino que la extiende a todos.

 La virginidad es un don recibido para recordar a todos que en el corazón de cada uno hay un espacio virgen reservado para Dios y que sólo Él lo puede llenar. 

Pidamos estos día por los seminaristas que se preparan para el sacerdocio. Que el el Señor conceda a su Iglesia presbíteros santos, humildes y misioneros.

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