PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

miércoles, 8 de marzo de 2017

Te doy gracia, mujer...

Muchas veces se atribuye, a la Iglesia católica, una minusvaloración de la mujer…Sin embargo, quien así entiende la Iglesia no ha entendido nada de la Iglesia. Porque la persona más importante en la Iglesia, y que está incluso por encima de los doce apóstoles es una Mujer: María, la madre de Jesús.

“Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.

Te doy gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.


Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.

Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del «misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.
Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta ‘esponsal’, que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.
Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas” (Juan Pablo II Cartas a las mujeres 1995)


Dios ha concedido a la mujer dones de fecundidad, dulzura, compasión, fortaleza, capacidad de empatía y de reconciliación que son indispensables para la sociedad y para la Iglesia. Si hay algo que distingue a la mujer del hombre es, lógicamente, la maternidad sin la cual, por otra parte, la humanidad ni siquiera existiría.

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