Sí, quiero

Muchos se sorprenden cuando unos jóvenes se casan, se abren  a la vida generosamente, se van a la misión, al seminario o cuando es la fe la que determina e ilumina su vida. Pero todo esto, en la Iglesia, es simplemente responder “sí, quiero” a la gracia que Dios quiere darnos, de ninguna manera es fruto de una gran virtud personal o una gran idea y fortaleza. La vida cristiana no es una conquista, sino una gracia. 

El ser cristiano consiste en anunciar que hay un lugar donde podemos ser nosotros mismos, sin el agobio constante de tener que dar la talla; un lugar donde nuestras aspiraciones, nuestro deseo de plenitud es posible cumplirlo.Donde uno se puede casar para toda la vida, recibir con alegría y generosidad los hijos; donde podemos hacer juntos un camino de fe y aprender a amarnos sin eliminar nuestra fragilidad, nuestra debilidad, sin trasladarnos a un mundo virtual. Ese lugar es la Iglesia, la comunidad cristiana. Porque en ella hay una Presencia indefectible: Cristo, el único Salvador.