PARROQUIA SAN SEBASTIÁN DE POZOBLANCO

domingo, 5 de noviembre de 2017

Haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen

Hoy hemos celebrado la fiesta de la mártir Teresa Cejudo
una de los miembros fundadores de la Hermandad de la
Soledad. Que su testimonio de amor a Dios hasta dar la vida
sea una ayuda para todos nosotros a vivir y valorar cada vez
más nuestra fe.
¡Ojalá pudiésemos decir a los demás: «haced lo que hago yo»! Pero no, no podemos. Solo Jesucristo ha vivido plenamente el evangelio que ha enseñado. Para nosotros han quedado escritas estas palabras del Señor: "Haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen". Para vergüenza nuestra. 

Pero aunque nuestra vida no esté a la altura del mensaje que proclamamos, no podemos dejar de anunciarlo, de evangelizar, y nuestras palabras siguen siendo verdad por muchos que sean nuestros pecados.

El evangelio de hoy es una fuerte invitación a que no exista en nosotros un divorcio entre la fe y la vida, el decir y el hacer. En una palabra: es una llamada a la sinceridad. Jesús sufrió a lo largo de su vida el acoso constante de impostores, de gente más falsa que el beso de Judas (o como dicen algunos ahora "más falso que la declaración de independencia catalana"): la hipocresía, el hablar sibilino, la máscara de ejemplaridad que oculta en su interior intenciones turbias… El pecado que más denuncia y condena el Señor es la hipocresía y la mentira como modus vivendi.

Sinceridad es andar en verdad, moverse en la órbita de la verdad, que es Dios. Un Dios que nos quiere humildes, esto es: realistas, conocedores de nuestra debilidad y que, en consecuencia, no nos extrañamos de nuestros pecados ni lo ocultemos con el disfraz de la hipocresía, sino que la reconocemos y confesamos con humildad. Porque “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Somos pecadores, los cristianos no siempre somos ejemplo de las virtudes que predicamos, pero creemos en la gracia y el poder de Dios, queremos luchar contra las tentaciones y el pecado, queremos convertirnos y que crezca en nosotros el amor a Dios y a los demás.

Una pequeña historia de los Padres del Desierto propósito de la humildad: 
Un día, el abad Macario volvía del campo a su celda. En el camino, el diablo le abordó con una hoz queriéndole herir, pero no lo logró. El diablo le dijo entonces: «Macario, padezco muchos tormentos por tu causa, porque no te he podido vencer. Sin embargo, hago todo lo que tú haces: tú ayunas, y yo no como nunca; tú vigilas, y yo no duermo jamás. Hay una sola cosa en la que me puedes.» - ¿Cuál? preguntó Macario. – “Es tu humildad la que me impide vencerte”

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